miércoles, 2 de septiembre de 2009

- Siempre me han gustado las fachadas.
- ¿Por qué? A mi me desagradan mucho. Esconden y mienten.
- Al contrario; te muestran toda la realidad.
- Pero las fachadas están para ocultar. Ocultar paisajes, casas; incluso personas.
- Por eso mismo. A mi me encantan porque te muestran como será lo que esconden. Imagínate, .una fachada lujosa, de piedras perfectas. Entiendes que la casa será de ese tipo, o de todo lo contrario Una persona con una fachada de duro, de cínico, en el fondo sabes que es un tierno.
- ¿Me estás diciendo que te gustan los hombres con fachada, Astrid?
- Me encantan.
- Yo creo que te gusta demasiado cuidar de los demás; demasiados sueños de salvar a las personas con miedo al amor que se esconden en murallas de rechazo.
- ¿Y qué habría de hermoso en el amor si no salvases al que tiene en sus manos tu corazón?
- ¿El compartir?
- Prefiero salvar para ser luego salvada.
- ¿Debo decirte, pequeña estrella, que los príncipes azules siempre se quedan con Cenicienta?
- No es necesario, eso ya lo sé. Pero yo no quiero un príncipe azul, quiero un hombre imperfecto que quiera a ésta estrella imperfecta tal y como es.
- Entonces, adelante. Salva a tu hombre imperfecto con tu luz.

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